lunes, 2 de febrero de 2009

Mañana de Niebla.

Llevaba varios días lloviendo en la cuidad y el frío se hacía cada vez más intenso. No fue hasta la mañana del quinto día cuando por fin dejó de llover y una fina niebla se posó entre las calles, había humedad, el frío era incómodo e imposible de apaciguar. Cuando esa mañana abrí la ventana de mi habitación y me asomé para comprobar el tiempo, no pude distinguir más allá de la farola del final de la calle, las rejas estaban mojadas por el rocío y aunque no hacía aire, mi respiración se volvía blanca al salir de mi boca. Cerré corriendo la ventana y sin dudarlo corrí al cuarto de baño para abrir el grifo de agua caliente de la ducha. Cuando esta estaba saliendo caliente ya, me metí y apuré al máximo mi momento de relax, solo de pensar el frío que pasaría hasta llegar al coche, me estremecía y deseaba no salir nunca de la ducha.
Salí de la ducha y me dirigí hasta mi habitación, vivo sola y estaba acostumbrada al silencio de mi casa y por así decirlo, de mi vida. Comía y dormía sola, muy pocos amigos conocían mi casa y no les solía invitar a menudo a cenar. No soy una persona solitaria, la verdad, pero cuando me gusta estar sola y tener mi mundo aparte del agetreado del resto, pues tengo mi casa que por así decirlo es un mundo en otra dimensión. Mi propio mundo. Como decía, el silencio de mi casa era normal, pero esa mañana me incomodaba y por alguna razón, me hubiese gustado tener a alguien más en mi casa, alguien con quien charlar mientras nos preparamos para ir al trabajo, desayunar juntos...

-¡Qué ridicula...!-murmuré para mí y seguí preparando la ropa de ese día laboral-Empecemos la rutina diaria.

Algunas veces, me gustaría romper con lo "normal" de mi vida: levantarme, ducharme, vestirme, desayunar, lavarme los dientes, arreglarme un poco el pelo e ir a la editorial, que esto último es lo que más estoy haciendo últimamente, pues soy escritora y antes cambiaba el dato "ir a la editorial" por "escribir, escribir y escribir", pero aunque me encanta el hecho de poder publicar mi novela, me encanta el mundo de la escritura... a veces siento que soy una marioneta y me dirigen sobre mis pasos, que deciden lo que debo hacer. Si fuese un poco más paranoica, pensaría que es uno de los Sin Sombra, pero mi locura no llega a tanto. En cualquier caso sería al revés, nosotros los manejamos a ellos, o eso creemos. De todos modos, volvería a no tener rutina cuando publicaran el libro y la publicidad pasara, volvería a escribir y a vivir en mi pequeña burbuja de 80 metros cuadrados o al menos eso era lo que creía que tenía.
Salí de mi casa pensando en los Sin Sombra. ¿Sabrían que mi novela hablaba de ellos? Para bien o para mal, la novela estaría a la venta en marzo y no sabía si el hecho de que ellos fueran los protagonistas los enfadara o no, pero yo había hablado sobre ellos de otra manera...no con desprecio como todo el mundo lo hacía... De todas formas, seguí caminando por uno de los callejones de mi barrio, cuando me percaté de la espesa niebla blanca que se había posado en las calles de aquella antigua ciudad.
Salí de nuevo a la avenida, pero sin poder ver más allá de mis manos, los árboles se abrían paso entre la espesa niebla con su ramas terroríficas y desnudas, sin vegetación, las calles estaban desoladas y sin presencia de vida, no había luz que iluminara algún rincón de la calle y seguí caminando con el miedo acoplado en mi espalda. Miraba cada dos por trés hacía atrás pensando que alguien me seguía, pero al hacerlo solo la niebla y la soledad me perseguían. Quité los malos pensamientos de mi cabeza y seguí caminando por la calle con los ojos entrecerrados buscando mi coche. Hacía frío y la escena parecía sacada de una pelicula de terror, saqué las llaves del coche del bolso, pero estas se cayeron al suelo cuando oí un sonido a mi espalda, un sonido que me congeló por completo y me impedía moverme para saber que era, aunque no hacía falta girarme para saber que un Sin Sombra me hacechaba desde algún lugar de la solitaria calle.
Con cuidado me agaché y cogí las llaves, quería huir de allí y lo mejor era en coche, el ambiente del lugar invitaba a que un Sin Sombra te cazara, ¿qué haría contigo? Eso solo tu peor imaginación te daría la respuesta. Pero aún no había encontrado el coche y con naturalidad seguí caminando para encontrarlo, actuar como si el Sin Sombra no estuviera allí, que no se sintiera descubierto. Me sentía como si estuviera dentro de mi novela, la joven que fue perseguida por un Sin Sombra y que él la cazó, pero que al final le perdona la vida. "¿Hará conmigo lo mismo?" pensé aturdida, yo había escrito ficción y ahora ocurría la misma realidad en toda su esencia.
Sabía que el extraño ser me perseguía, un mounstro con cuerpo de humano, una vida terrorífica oculta en la de un normal. Quería cazarme y yo sin dudar empecé a correr sabiendo quién sería el ganador de la carrera. Atravesé un callejón con el corazón latiendo a mil por hora y escuchando su carrera a unos metros de mí. Estaba muy asustada y sin apenas respiración me apoyé en una pared esperando a que llegara, no podía hacer nada más.
Nuestras miradas se cruzaron...no podía correr, su mirada me lo impedía...
¿Continuará?





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